viernes, 17 de febrero de 2017

De los tenderos que quieren ser empresarios...o no

La semana pasada asistí a un interesante evento sobre innovación y recursos humanos en la fundación bbva (Humanos con recursos, con las empresas INUSUAL e INTELLYGENZ como ponentes), y cuanto más hablaban los ponentes más me repetía a mí misma una pregunta: ¿A todo el mundo le “compensa” innovar, sea cual sea su tamaño? ¿Todos los que inician este viaje saben el jardín en el que se están metiendo?
Más allá de las herramientas y metodologías que comentaron los ponentes del evento (que estuvo fenomenal), hubo dos cosas que me llamaron la atención: para que la innovación se materialice y aporte valor a la empresa, hay que tener un cierto nivel de “madurez organizacional” (que no forzosamente tiene que ver con la antigüedad de la empresa), y contar con una estrategia de innovación, es decir, haberse preguntado dónde queremos llegar, en qué plazo, y si tenemos el empuje suficiente para hacerlo.

Para averiguar si estamos en nuestro punto de madurez, yo propongo hacer un sencillo “análisis de costes”: 



  • Tenemos por un lado los costes “duros”, económico/financieros: ¿Cuánto cuesta salir de mi garaje (o de mi salón, en los casos españoles que yo conozco) para ir a una oficina? ¿Qué me supone pasar de tener becarios y colaboradores freelance a tener personas en plantilla? Si hasta ahora una parte fundamental de mi estrategia ha sido diferenciarme por precio, ¿lo voy a poder mantener? En este sentido, me ha llamado la atención una oferta en Linkedin:  una compañía que ofrecía sus servicios de financiación a dos años, a cambio de ejercer la dirección financiera de la compañía y una parte de los resultados a la finalización del periodo. A mí me suena muy bien pero ¿Cuántos pequeños empresarios estarían dispuestos a vivir con un “perro de presa” al lado, que cuestione los gastos y presione para conseguir resultados? ¿Seguirían sintiendo la empresa como suya si cada decisión tuviera que ser justificada? La verdad, no lo sé.

  •  Y por otro lado, estamos hablando de costes intangibles: me ha encantado y me ha entristecido el artículo de Isabel Iglesias acerca de los Vendedores de Humo que aparecen continuamente por ahí ·         y me ha recordado algunas experiencias, propias y ajenas, en la misma línea (la última, una contratación de un proyecto de definición de procesos para automatizar tareas y ganar tiempo que, como no tenían tiempo de revisar y validar, duerme el sueño de los justos). Decisiones impulsivas de contratación que impactan en las personas que abandonan proyectos más o menos estables e interesantes por “cantos de sirenas”, en clientes que arriesgan su prestigio interno por confiar en determinadas personas (muchas veces, apoyados en relaciones personales, en proyectos que se compartieron cuando trabajaba en …) en definitiva, en nuestra marca de empresa, tanto con los clientes como en la marca de empleador. Casi casi como lo que ocurre en este vídeo: al contacto con el agua, con la realidad del día a día, todo ofrece su verdadero rostro
Si al analizar esto de manera concienzuda y realista (con tablas Excel que nos permitan poner números, y poniendo cara (y emociones) a nuestros potenciales colaboradores/empleados) te entran sudores, resoplas y tienes sensación de mareo, es que aún estás verde. Si completado el análisis te brillan los ojos de la ilusión y te da vértigo, es tu momento. Si todo te parece hasta aburrido de puro fácil, es que te has “pasado”.
Es cierto que en un entorno como el que nos movemos es fundamental ser flexible, saber adaptarse, ser consciente de que si no tenemos determinado volumen quedamos fuera de muchos proyectos interesantes, de poder jugar en la liga de las multinacionales…y en este sentido, artículos como el deExpansión ,       están fenomenal, pero echo de menos unos cuestionamientos previos algo más rigurosos, una toma de temperatura anterior, un pararse a pensar un poco antes. Quiero decir, ¿es lo mismo una organización unipersonal (un abogado, un psicólogo, un sastre) con un par de becarios ocasionales que una organización con un par de personas contratadas? ¿Cuáles son los indicadores que hay que tener vigilados para dar este salto sin miedo? Todos somos capaces de imaginarnos los beneficios de dar el salto pero, ¿Cuáles son los costes? Y ¿Quién los paga?

Afortunadamente, las compañías que se dedican a estos temas también contemplan el factor humano como potenciador/freno de todo este proceso, y curiosamente me estoy viendo involucrada en varias propuestas de coaching y mentoring que lo reflejan. Ya os contaré en qué queda todo.

1 comentario:

  1. Todo el mundo es guay .. todo dios , tiene su talento particular , digo yo no ? .. je je ..

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