jueves, 6 de febrero de 2014

Del futuro del trabajo, los centauros y las reuniones de mi comunidad


¡Hola a tod@s!

Antes de nada, quiero pedir disculpas por tener tan abandonado el blog, pero en lo que va de año me han ocurrido aventuras y desventuras varias que culminaron hace un par de días en una reunión de vecinos.

Habitualmente, las reuniones en esta comunidad eran relativamente tranquilas y sosegadas, pero debido a la alineación de los planetas esta última se torció un poco, y la “ira divina” de alguno de los propietarios recayó sobre el administrador, cuestionando su desempeño de una manera desagradable y solicitándole una rebaja significativa en sus honorarios.

Y en aquel momento me vi reflejada.

¿Por qué? Pues porque a mí, como autónoma, también me ha ocurrido que a mitad de proyecto el cliente decide unilateralmente bajar mis tarifas (a veces, hasta un 25%), o cambiar las condiciones de pago (pasando de 30 a 180 días reales) y lindezas similares. Y encima dando gracias porque “hacemos lo posible para no prescindir de ti”. ¿Saben los clientes lo que están comprando cuando contratan los servicios de un profesional? Pues compran resultados, toma de decisiones independientes, metodología propia…y la libertad de que si no les convence pueden buscar a otro con mucha más facilidad y a menor coste económico que si tuvieran incorporada a la persona en su plantilla. Y no me estoy refiriendo sólo al precio, sino al modelo de relación que se establece entre cliente y proveedor: ¿Están preparados los responsables de las organizaciones para tener un proveedor que los mire de igual a igual, eso es, con todo el respeto y el compromiso pero dispuestos a pedirles que "hagan los deberes"? En mi experiencia, algunos sí y algunos no. Y no tiene que ver con la edad ni con la formación, sino con la actitud (y aquí vuelven a aparecer aquellos que mi amiga Conchi denomina como los empresarios que no dejan de ser tenderos).

 
 
Esta misma mañana leía el artículo de José Luis Portela, director del programa de Gestión Estratégica de Proyectos del Instituto de Empresa (vamos, un señor que sabe un poquito de esto), en “El País” acerca del “Interim management” , presentándolo como una estrategia de gestión para situaciones determinadas. Y me encanta ver que ha aumentado en los últimos años. Pero mi pregunta es: ¿en qué tipo de empresas? Hace tiempo una amiga oyó en un ascensor que alguien había entrado en una empresa como freelance para gestionar un proyecto, y había acabado haciendo casi de todo además de aquello para lo que específicamente se le había contratado, por el mismo (y módico) precio. Vamos, lo peor de dos mundos (laboral y autónomo) en uno. Me temo que esto es un autónomo dependiente, esa extraña figura de “centauro profesional” sin la furia de los originales. Igual es que a los pobres los han castrado.
 Centauro en pie de guerra, el clásico.
El mundo del trabajo está cambiando, y eso nos lo están contando tanto en clave digital
 
Desaparecida en combate la estabilidad del empleo, más allá de la lealtad y la fidelidad empiezan a plantearse por las dos partes otro tipo de criterios a la hora de conseguir el encaje persona-empresa (os recuerdo lo que comentamos acerca de la generación Y con el documento de la Fundación Telefónica).
 
Como coach, he tenido la suerte de acompañar a algunos que han dado ese paso. ¿Y tú, te atreves?
 
 
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Buff! Vaya tema...

    El problema del autónomo es que en muchas ocasiones no consigues que el cliente te vea como a un proveedor real. No te tendrán nunca el respeto profesional que le tendrían a cualquiera que venga con una tarjeta de visita de una de las llamadas grandes empresas, aunque acabe de entrar en la empresa.

    Muchos clientes te tratan como si te estuvieran haciendo un favor, tratan de dejar clara desde el principio una relación de poder en la que ellos están arriba y tú abajo, y si quieres continuar con el trabajo debes asumirlo.

    Creo que hay dos problemas. Uno es que probablemente esos clientes no han llegado a entender el valor que ese profesional aporta; y por otro lado en el fondo hay un sentimiento de inferioridad, sobre todo en las empresas medianas: es como si, dado que nunca podrán ser grandes ni aspirar a codearse con las grandes, disfrutaran sometiendo al que es aún más pequeño que ellas.

    Saludos

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