martes, 12 de noviembre de 2013

La Reforma Educativa (I) y la Educación Subversiva


Hace un par de años llevé un proyecto en el que teníamos que ayudar a los formadores (medio habituales, medio ocasionales) de un call center de un gran operador de telecomunicaciones, a potenciar sus capacidades formativas.
El modelo del operador era sencillo: contrataba a un proveedor para que elaborase los cursos y algunos materiales de apoyo, y formaban a los formadores. Adicionalmente, los formadores tenían que hacer formaciones de acogida para los nuevos empleados, refuerzos para determinados temas, nuevos procedimiento etc.
Como parte de la preparación del proyecto, asistimos a las sesiones en las que los proveedores capacitaban a los formadores: vimos un gran despliegue de medios, vídeos grabados para la ocasión, televoto, materiales muy cuidados…despliegue al que ni nosotros ni mucho menos, los formadores en sus otros cursos, podríamos acceder. ¿Qué podíamos hacer para “engancharlos”? ¿Cuál podía ser nuestra estrategia para que reforzasen su creatividad, su capacidad para organizar la información, su habilidad para buscar ejemplos accesibles??? Pues fue la de apoyarnos en los recursos a los que ellos podrían acceder con facilidad: un hule, una baraja de cartas, un ovillo... ¿Era cuestión de dinero? En parte, pero sobre todo era de saber de dónde partíamos y dónde queríamos llegar, cuáles eran los objetivos del proyecto y los recursos de los que podíamos disponer de forma realista.
Cuando oigo a los políticos hablar acerca de la reforma educativa, ¿Qué posición tienen ellos? De dónde venimos a nivel global lo ha dejado claro Sir Ken Robinson con su famoso Cambio de Paradigmas. 

 
Y eso sin contar con las peculiaridades del sistema educativo español: mis amigos profes comentan que algunas de sus clases son como la ONU, múltiples nacionalidades y distintos idiomas, entre los que el español no tiene por qué ser el más frecuente. Amén de peculiaridades culturales: unas que se tapan todas mientras otras se visten lo justo; otros que reciben dinero por el simple hecho de estar en el aula “de cuerpo presente”…todos juntos en un aula, hasta que cumplen los 16 años, fin de la Educación Secundaria Obligatoria.
¿Cuáles tendrían que ser los objetivos de la educación obligatoria? Ya en el 2005 la Comisión de Comunidades Europeas definió las competencias que se deben alcanzar, que son:
 
  1. Comunicación en la lengua materna
  2. Comunicación en lenguas extranjeras
  3. Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología
  4. Competencia digital
  5. Aprender a aprender
  6. Competencias interpersonales, interculturales y sociales, y competencia cívica
  7. Espíritu de empresa
  8. Expresión cultural


  Más allá de las diferencias entre lo que es “lengua materna” y lo que son “lenguas extranjeras”, ¿qué más hay que buscar? Es verdad que estas competencias son muy abiertas, hay abundante campo para el debate: pero también es verdad que, a excepción de uno que pillé de casualidad en la radio entre dos pedagogas, todo lo que he leído, visto y oído en torno a la ley Wert ha sido una confrontación absolutamente politizada y con una sesgada y peligrosísima visión a corto plazo.
¿Es cuestión de dinero? Sí, pero no sólo.
Y si no, que se lo pregunten a los de Hong Kong (muy interesante el blog de Martina que os linkeo, y sobre todo, muy esclarecedor el vídeo que lleva acerca del informe PISA).
¿por qué no copiar este modelo? O el de Finlandia, que lo tenemos más cerca. En ambos casos, los gobiernos han asumido (pero de verdad, no de boquilla) que la Educación es una cuestión de Estado, y que de ella depende el futuro del país.
¿Y cómo tiene que ser este cambio? Pues, en cierto modo disruptivo, y hasta subversivo, como dice el Ministro de Educación de Costa Rica Leonardo Garnier en la siguiente  charla Ted
 

(por favor, obviemos las comparaciones con Don José Ignacio).
 ¿Y nosotros, estamos dispuestos a asumir un reto así? ¿A invertir de verdad, y exigir en contrapartida?¿Estamos preparados para tener alumnos preguntones, respondones, peleones…?
Pues más nos vale que así sea, porque sólo ellos serán capaces de llevarnos, definitivamente, al siglo XXI.



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