viernes, 26 de julio de 2013

De qué hablamos cuando hablamos de Liderazgo (II): Maquiavelo, ese incomprendido (o no)


No es posible comprender a Maquiavelo sin conocer el momento histórico en que vivió, ya que toda su obra es un reflejo de sus experiencias como diplomático y político: la época en que se está dando el paso de la Edad Media al Renacimiento, el comercio se “globaliza” con el descubrimiento de América, la banca empieza a tener gran influencia no sólo entre las personas sino en las decisiones de los mandatarios…no sé si alguna de estas coordenadas históricas os resultan familiares ;-).
 
 

Maquiavelo escribió su obra más conocida, El Príncipe, entre julio y diciembre de 1513, cuando cayó en desgracia tras la llegada de los Medici al gobierno, acusado de participar en una conspiración palaciega. Pronto, el Papa León X le amnistió, pero era imposible recuperar una posición como la anterior. Entonces, siguiendo una de las costumbres del momento, se retiró a escribir una obra que sirviera de orientación y (auto)ayuda a los gobernantes de la época: El Príncipe. En ella, redactó un tratado sobre liderazgo basándose en su trayectoria y empleando como modelo a los grandes gobernantes pasados y de su tiempo, incluyendo a Fernando el Católico, sin perder de vista a la poderosa familia milanesa de los Sforza, al papa Julio II, a César, Alejandro Magno o Escipión.

 
 
Hay autores que dicen que con la reflexión de Maquiavelo se abre una primera teoría sobre el liderazgo cuya vigencia abarca el período de 1840 hasta 1940 en un primer momento, aunque vuelva a tener cierto predicamento en los últimos años. El pensamiento de Maquiavelo era profundamente negativo, oscuro (¿maquiavélico?). Él pensaba que las personas sólo se mueven por intereses individuales. En esta línea, los líderes, como personas que son, sólo buscaban su propio beneficio. Por lo que , casi toda Europa era gobernada por monarquías absolutas, interesadas en satisfacer sus necesidades mediante la explotación de los recursos, la concentración de riquezas y poder militar.
 
 
Paradójicamente, también afirma que el príncipe o el gobernante tiene como misión la felicidad de sus súbditos. ¿Cómo combinar ambas tendencias? Con un Estado fuerte, que trascienda la persona del gobernante (de hecho, es considerado el creador del concepto de Estado moderno). Para conseguirlo tendrá que recurrir a lo que haga falta: al engaño, a la crueldad… Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un pragmatismo brutal: no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. La cualidad fundamental del gobernante es la prudencia (entendida como la acumulación de fuerza para dar miedo a los otros y que no nos ataquen, como hacían USA y la URSS en sus tiempos). Si el interés de la patria exige traición o deslealtad (saltarse las propias leyes, ser creativos con la interpretación de las mismas o similar…¿os vuelve a sonar algo?), se comete. "La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido".
 
 
Como resultado de todo esto, Maquiavelo propone un líder adaptativo capaz de cambiar según soplen los vientos: “es necesario que el hombre obligado a dirigir tenga el ánimo dispuesto a cambiar según soplen los vientos de la fortuna y según vengan las cosas. Prospera aquel que se adapta a los tiempos que corren, y de la misma manera, fracasa quien actúa contracorriente.
Todo líder, todo Príncipe, debe estar preparado para el cambio. Hoy en día este es uno de los principales elementos de estudio en la dirección de empresas (de hecho, la semana pasada estuve en una conferencia para
alumni de Pwc y la ponente,
comentaba que actualmente la cualidad más demandada para la gerencia organizacional es la capacidad para provocar y gestionar el cambio de manera permanente). En la época de Maquiavelo también lo era, dado que se vivía la transición del estado absolutista-personalista a algo más “modeno”. Para muchos tiene una connotación negativa en términos de la falta de sinceridad o ética; para otros, corresponde a un elemento positivo que obliga a dirigir el pensamiento gerencial hacia la innovación y la actualización.
Además de la capacidad de adaptación que hemos comentado antes, el pensamiento de Maquiavelo también identifica las cualidades que deben poseer las personas para ser líderes. Estas cualidades son:
Astucia:el Príncipe indica que: “No hay otra forma de guardarse de las adulaciones que de hacer comprender a los hombres que no te ofenden si te dicen la verdad; pero por otra parte, si todos pueden decirte la verdad, dejan de guardarte respeto. Por tanto, un príncipe prudente debe tomar otro camino, que es el de elegir en su estado a unos hombres sabios, para concederles sólo a ellos la libertad de hablarle con franqueza, y sólo sobre aquello que él pregunte”.
Un líder que conoce la historia de otros líderes: un pasaje de la obra de Maquiavelo describe que: “… el príncipe debe leer historia y estudiar las acciones de los grandes hombres para ver cómo se conducían”. Un buen líder investigará modelos de gestión y buscará conocer las historias de éxito, a fin de ser capaz de adaptarlos a su situación particular.
Examina victorias y derrotas: asimismo, el líder que propone Nicolás Maquiavelo es analítico y evaluador. En El Príncipe escribe que es importante que el líder examine las razones de las victorias de los grandes personajes y conozca los motivos de las derrotas, a fin de “imitar las primeras y evitar las segundas”.
Más vale ser temido que ser amado: esta ha sido una frase sistemáticamente mutilada, ya que preceptor lo que responde a la pregunta del príncipe es que “lo ideal es ser temido y ser amado, pero si hay que elegir, más vale ser temido”. El poder de la coerción es efectivo, pero desgastante; sin embargo, si la gente te estima y está convencida de tu proyecto, lo defenderá hasta la muerte.
Ser despiadado: probablemente sea una mala traducción, ya que Maquiavelo describe a un líder fuerte, que sabe controlar sus emociones y que no se muestra vulnerable ante los demás (que no se deja llevar por la piedad: vamos, un despiadado). Esto le permite tener una visión más fría sobre las situaciones y tomar decisiones con mayor inteligencia. Es bueno mostrar el lado humano, siempre y cuando éste no repercuta en las decisiones estratégicas de la empresa.
 
Pero lo mejor de las teorías de Maquiavelo para todos los que nos dedicamos a estos temas es que todas estas cualidades se pueden aprender e ir desarrollando a lo largo del tiempo, con la ayuda de un buen preceptor que sepa hacer las preguntas adecuadas y guíe la reflexión de manera ordenada (¡Huy!, otra cosa que me suena mucho).
¡Feliz verano!
 
 
 
 
 
 

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